MERCADILLO SOLIDARIO
El pasado 22 de Mayo se celebró nuestro IV Mercadillo Solidario,con gran éxito,cuyo slogan ha sido"Juntos Podemos".
Con esta actividad intentamos que nuestro alumnado sea consciente de la importancia de ayudar al que lo necesite.Este compromiso debe empezar por uno mismo,un pequeño esfuerzo puede convertirse en una importante contribución en mejorar la calidad de vida de nuestros vecinos.Y que mejor forma que nuestros alumnos/as desde pequeños sean conscientes de ello a través de una forma lúdica y divertida.
Previamente realizamos unas manualidades por niveles.Se preparan unos stands donde se colocan dichos trabajos para ser vendidos a la comunidad educativa.La recaudación este año ha sido de 754,82 que será entregada íntegramente a CÁRITAS PARROQUIAL.
Muchas gracias a todos por colaborar.
A continuación os dejo unas imágenes de este día.
A continuación os dejo unas imágenes de este día.
martes, 6 de junio de 2017
lunes, 5 de junio de 2017
Ser tolerante es lo mismo que ser respetuoso y considerado con los demás. Ser tolerante es aceptar y permitir las circunstancias o diferencia de los demás, es admitir la diferencia o la diversidad.
La tolerancia juega un papel muy importante en las relaciones de los niño/as con sus iguales y con su familia. Es importante que escuchen las ideas y las opiniones de sus amigos/as, que acepten sus criterios aunque sean distintos a los suyos, y que consigan ponerse de acuerdo con sus compañeros/as en un juego, actividad o en el aula.
La tolerancia les ayuda a que tengan una buena integración en un grupo o equipo.
Este mes vamos a trabajar el siguiente cuento: EL JARDÍN DE TADEO
El parque donde jugaban Anita y sus amigos había sido un paraiso mágico desde sus primeros años. Su mundo se había alimentado de alegría en infinidad de tardes entre árboles y verdor. Un laberinto natural en el que se escondían y encontraban, pateaban la pelota, saltaban la soga o armaban casas con ramas y hojas secas.
Pero un día todo se oscureció. Anita estaba segura que esta vez la pelota si entraría al arco. Le dio una patada con todas sus fuerzas, pero el balón salió desviado, cayendo a lo lejos. Todos fueron a recogerla. Nunca habían llegado hasta aquel lugar tan solitario. Se veía abandonado. El jardín estaba seco y aquella casa antigua estaba sin pintar. Sin perder el tiempo, los niños cogieron la pelota y ya empezaban a alejarse, cuando una voz atronadora les llamó por la espalda:
-Así que malogrando mi jardín con la pelota, ¿eh? ¿Pero que se han creído?
Un anciano de muy mala cara les clavó la mirada uno por uno.
-¡Fuera de aquí!
Anita logró mover un pie y emprendió la carrera. Los otros no tardaron en imitarla entre gritos, dejando a aquel viejo gruñón solo en su seco jardín. Para rematarlos, les advirtió desde lejos:
-Si esa pelota cae otra vez aquí, ¡olvídense de ella!
Los niños se quedaron muy tristes. Sentados bajo el árbol madre del parque ya no se atrevían a jugar a nada, temiendo que ese señor se les echara encima. Anita no podía creer que no pudieran volver a jugar en su paraíso. Afortunadamente, tuvo una idea.
Al día siguiente, todos los niños se reunieron muy temprano y se escondieron alrededor de la casa del anciano. Al verlo salir, entraron en el jardín y con ayuda de algunos de sus papás arrancaron la hierba mala, vertieron nueva tierra, plantaron flores y pintaron la fachada de la casa. Al final una bonita valla de madera pintadita de blanco enmarcaba aquella obra de arte.
Cuando el viejo regresó al mediodía, no podía creer lo que veía. La pipa maloliente y el diario que llevaba enrollado en una mano cayeron al suelo del asombro. El gruñón se quedó ahí, parado un buen tiempo. Ya sus ojos se llenaban de lágrimas y asomaba una tibia sonrisa en sus labios, cuando un pequeño tirón a su raído abrigo le sacó del asombro.
-Señor- le dijo Anita, casi susurrando. Creo que le debíamos esto. Le prometemos que jugaremos con más cuidado.
El viejo Tadeo - ese era el nombre que ni él mismo recordaba- miró a su alrededor, incrédulo. Todos esperaban temerosos a prudente distancia. Finalmente, tomando una gran bocanada de aire. Tadeo se agachó y abrazó a Anita.
-Gracias, hija. Nadie se había preocupado en darme una alegría en muchos, muchos años. Menos algo tan bonito. Perdóname si los asusté. No dejen sus juegos.
Y agregando un guiño, le susurró al oído:
-Yo también fui niño.
Desde entonces todo era armonía. Los chicos cambiaron la ubicación de los arcos de fútbol y siguieron jugando. Tadeo los visitaba cuando sus piernas doloridas se lo permitían, hasta que le fue imposible y los niños lo visitaban en su casa después de la escuela.
Tadeo falleció y los niños que vinieron después siguieron conociendo la historia de aquella niña que logró salvar su paraíso en el parque y el alma de un hombre antes de ir al que está en el Cielo.
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