domingo, 4 de diciembre de 2016

DICIEMBRE: MES DE LA SOLIDARIDAD

Diciembre es el mes de los sueños, de las ilusiones, de estar con nuestros seres queridos... Sin embargo, hay personas, niñ@s que no pueden disfrutar de nada de ésto; ni siquiera de llevarse algo a la boca.

Por eso, no solo en estas fechas, sino todo el año deberíamos acordarnos de todos aquellos que no tienen nada y compartir algo de lo que nosotros, por suerte, tenemos y darles todo nuestro amor y cariño.

Este mes el cuento a trabajar es: LA GRAN ELECCIÓN


Rod y Tod. Así se llamaban los dos afortunados niños que fueron elegidos para ir a ver al mismísimo Santa Claus en el Polo Norte. 
Un mágico trineo fue a recogerlos a la puerta de sus casas y volaron por las nubes entre música y piruetas.
Todo lo que encontraron era magnífico, ni en sus mejores sueños lo habrían imaginado, y esperaban con ilusión ver al adorable señor de rojo que llevaba años repartiéndoles regalos cada Navidad.



Cuando llegó el momento, les hicieron pasar a una grandísima sala, donde quedaron solos. El salón se encontraba oscuro y vacío: solo una gran mesa a sus espaldas, y un gran sillón al frente. Los duendes les avisaron:
- Santa Claus está muy ocupado. Solo podréis verlo unos segunditos, así que aprovechadlos bien.

Esperaron largo rato, en silencio, pensando qué decir. Pero todo se les olvidó cuando la sala se llenó de luces de colores. Santa Claus apareció sobre el gran sillón, y al tiempo que aparecía, la gran mesa se llenaba con todos los juguetes que siempre habían deseado. ¡Qué emocionante! Mientras Tod corría a abrazar a Santa Claus, Rod se giró hacia aquella bicicleta con la que tanto había soñado. Solo fueron unos segundos, los justos para que Tod dijera "gracias", y llegara a sentirse el niño más feliz del mundo, y para que Santa Claus desapareciera antes de que Rod llegara siquiera a mirarle. 

Entonces sintió que había desperdiciado su gran suerte, y lo había hecho mirando los juguetes que había visto en la tienda una y otra vez. Lloró y protestó pidiendo que volviera, pero al igual que Tod, en unas pocas horas ya estaba de regreso en casa.

Desde aquel día, cada vez que veía un juguete, sentía primero la ilusión del regalo, pero al momento se daba la vuelta para ver qué otra cosa importante estaba dejando de ver.Y así descubrió los ojos tristes de quienes estaban solos, la pobreza de niños cuyo mejor regalo sería un trozo de pan, o las prisas de muchos otros que llevaban años sin recibir un abrazo u oír un "te quiero". 

Y al contrario que aquel día en el Polo Norte, en el que no había sabido elegir, aprendió a caminar en la dirección correcta, ayudando a los que no tenían nada,  dando amor a los que casi nunca lo tuvieron y poniendo sonrisas en las vidas más desdichadas.

Él solo llegó a cambiar el ambiente de su ciudad, y no había nadie que no lo conociera ni le estuviera agradecido. Y una Navidad, mientras dormía, sintió que alguien le rozaba la pierna y abrió los ojos. Al momento reconoció las barbas blancas y el traje rojo y lo rodeó con un gran abrazo. Así estuvo un ratito, hasta que Rod dijo con un hilillo de voz acompañado por lágrimas:
- Perdóname. No supe escoger lo más importante.
Pero Santa Claus, con una sonrisa, respondió:
- Olvida eso. Hoy era yo quien tenía que elegir y he preferido pasar un rato con el niño  más bueno del mundo, antes que dejarte en la chimenea la montaña de regalos que te habías ganado. ¡Gracias!

A la mañana siguiente, no hubo ningún regalo en la chimenea de Rod. Aquella Navidad, el regalo había sido tan grande que solo cabía en su enorme corazón.

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